Thursday, November 23, 2006

Aracelys Avilés Suárez
ara@ahora.cu

Aunque insiste en que tiene un carácter bastante “voluble”, no puso objeción cuando le pedí la entrevista. Nada que ver con el David, su reciente personaje en la Cara oculta de la luna. Camagüeyano de nacimiento, Kristell Almazán despunta como una de las nuevas figuras en la Televisión Cubana.

¿Cuándo decidiste que serías actor?

Eso fue en el año 96, nos hicieron unas pruebas para trabajar en el grupo dramático de Radio Cadena Agramonte. Estaban buscando timbres frescos, gente joven. Yo había pasado un curso, con dos actores de mucha experiencia, Héctor Rodríguez y Héctor Vilató, pero no había ejercido la actuación. Finalmente aprobamos tres, y estuve haciendo radio en Camagüey durante seis años.

Terminaste el ISA en La Habana, aunque aún no has finalizado tu proyecto de tesis, pero antes estuvo la filial de Holguín.
¿Cuánto influyó en tu formación?

Muchísimo porque en Holguín pasé mis tres primeros años de enseñanza que son decisivos para cualquier carrera. Guardo muy buenos recuerdos de mis profesores. Además, estudiar en el ISA fue como la quimera. Era el sueño primario de empezar, de iniciarme en mundo que para mí había sido un juego hasta ese momento. Y empecé a soñar. El juego se convirtió en algo más serio. Comencé con la idea de dirigir, de hacer cortos, documentales. A mí lo que más me gusta es dirigir y, contradictoriamente, solo he hecho dos cosas en mi vida como director: el ejercicio estatal que hice en tercer año y el corto Estoy filmando, que aún no he editado.

¿Como director qué cine te gustaría hacer?

Me gusta el cine sutil, de pequeñas cosas, por eso disfruto tanto la propuesta contemporánea que exhiben en los festivales de cine francés. Me parece que es lo que necesita el hombre ahora. En mi obra intento buscar cubanía sobre todo, la célula de lo cubano. Me gustaría hacer un cine lo más sencillo posible. Las cosas más sencillas son las que más dicen, las que más verdad encierran.

Llegas a la capital para terminar la enseñanza superior, y también para seguir incursionando en el mundo del sonido, en Radio Arte. ¿Cuánto te ha aportado tu trabajo este medio?

La radio fue mi primera escuela, y lo sigue siendo. Por supuesto me ha marcado de manera definitiva, sobre todo desde el punto de vista de la actuación, porque me crea un mundo, una atmósfera interior. Siento que se nota en el trabajo audiovisual cuando una persona tiene formación de radio, por esa interiorización tan valiosa a la hora hacer cualquier personaje. Además el sonido es muy importante para el audiovisual, tanto como la misma imagen.

¿Cómo llegaste al personaje de David y a la televisión?

Es lo primero que hago con más fuerza en el mundo dramático, en la televisión, porque había trabajado por unidades en las series Forense y Tras la huella. Freddy Domínguez, el guionista de la novela, conocía mi trabajo en Camagüey, y además escribe mucho para la radio, de hecho esta novela fue concebida primero para ese medio. Él me propuso el personaje de Yoan, que es la cara opuesta de David. Empecé a ir a los ensayos, pero aún no tenían al David. Un día me dijeron que lo hiciera y les gustó, y me quedé con el papel.

¿Cuántas puertas te ha abierto este personaje?

Las puertas aún se están abriendo. A pesar de que era un personaje detestable, ha tenido una reacción muy favorable en el público. Sirvió para que otros directores me conocieran. En realidad fue una suerte para mí haber encontrado a David.

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